¿Por qué comemos emocionalmente?
Muchas personas a diario comemos por razones emocionales, eso nos lleva a aumentar el apetito como un estilo o forma de afrontamiento de la situación. El hambre emocional surge tanto en el manejo de emociones negativas (ira, frustración, tristeza y miedo) para aliviar el estrés e incomodidad que estas nos producen; así como con emociones positivas (felicidad, satisfacción, entusiasmo) a manera de “felicitarnos o premiarnos”.
¿Todos somos comedores emocionales?
La respuesta es sí, comer es una forma de gestionar lo que sentimos, se convierte en un tema a tratar profesionalmente cuando es la única forma que tenemos para el manejo de emociones, ya que existen más alternativas a parte de comer como: hablar, mantenernos activos, llorar, gritar, hacer meditación, descanso, entre otros.
Cuando una persona utiliza la comida como única forma de gestionar las emociones, tiende a tener un patrón habitual:
- Introversión o dificultad para comunicarse con otros.
- Inconvenientes para reconocer nuestras propias emociones, principalmente las negativas.
- Incapacidad de identificar sus niveles propios e innatos de hambre y saciedad.
- Utilizar la comida como única forma de consuelo y satisfacción.
Antojos emocionales, ¿Qué son?
Un antojo es el deseo de un alimento determinado, el cual tiene dos características principales:
- Es específico: existen antojos de sabores en particular (ácido, dulce, grasoso, salado, picante) y por lo general, cada persona suele tener antojos del mismo sabor por períodos de tiempo determinados.
- Se manifiestan con una sensación de urgencia: un antojo puede llegar a derivar en conductas no racionales para satisfacerlo. Incluso puede provocarnos sentirnos ansiosos y abrumados. Ejemplo: recorrer distancias amplias para cumplirlo, o bien interrumpir nuestra rutina diaria.
¿Qué hay detrás de los antojos?
Los antojos por lo general nos indican desbalances, son aquellos mensajeros que nos guían a que hay algo en nuestro cuerpo y/o mente que debemos atender y por ende un antojo será el mecanismo perfecto para mantener esa “homeostasis interna”.
Tipos de desbalances usuales detrás de un antojo
- Desbalance nutricional: indican que tenemos una carencia nutricional específica. Por ejemplo:
- Antojos dulces: usualmente se dan como una señal de nuestro cuerpo de que necesitamos mayor aporte de magnesio y/o serotonina, o bien que existe un desbalance de la glucosa en sangre.
- Antojos salados: el cuerpo puede estar ante un déficit de electrolitos o agua.
- Desbalance físico: responden a necesidades no atendidas en nuestro cuerpo, por ejemplo: falta de descanso, movimiento, problemas digestivos, inmunológicos, entre otros.
- Una persona altamente estresada, con niveles altos de cortisol, va a tender a buscar alimentos salados.
- Ante un problema de insomnio y mal descanso, el cuerpo requiere energía, por lo que va a buscar alimentos altamente calóricos, que le suministren esa energía que no la brindo el sueño.
- Desbalance emocional: responde a la necesidad de satisfacer una causa emocional: sentirnos solos, aburridos, cansados, etc.
Otros causantes de antojos frecuentes:
- Microbiota intestinal débil por exposición a continuas intolerancias alimentarias, fármacos, que dañan la pared intestinal, provocando así una menor absorción de nutrientes, deficiencia de los mismos y por ende: antojos frecuentes.
- Alimentación poco variada producto de dietas restrictivas, por lo cual el cuerpo nos va a pedir alimentos específicos por carga nutricional deficiente.
¿ Qué puedo hacer para mejorar mi relación con la comida y los antojos?
- Trabajemos nuestra salud intestinal: incorporemos alimentos ricos en probióticos, fermentados y antiinflamatorios. Natuvia te ofrece la versión de edulcorante 100% natural, cero calorías y con Probióticos.
- Busquemos tener una alimentación variada en colores, esto nos garantizará un aporte distinto de nutrientes.
- Gestionemos nuestras emociones con diferentes recursos aparte de la comida: salir a caminar, hablar con nuestras personas de confianza, hacer meditación, escribir, descansar, entre otros.
- Incluyamos alimentos crujientes: está comprobado que los alimentos crujientes disminuyen la ansiedad.
- Atendamos los antojos desde el autocuidado, evitarlos provocará mayor ansiedad hacia los mismos. Podemos permitirnos atender la necesidad de dulce, ácido, salado que nuestro cuerpo nos está pidiendo, pero también, entender cuál es la emoción o necesidad nutricional que nos está tratando de demostrar ese antojo y trabajarlo.
- Darle a nuestro cuerpo de forma constante alimentos dulces: cacao, edulcorantes naturales como Natuvia, mantequilla de almendras o maní, entre otros.
- Mantenernos bien hidratados para asegurar un correcto aporte de electrolitos.
- Garantizarnos un correcto aporte de magnesio: dentro de los alimentos principales están: espinacas, almendra, marañón, chocolate oscuro, aguacate, banano, legumbres, entre otros. Recordemos que el magnesio es el ansiolítico que nos brinda la naturaleza.